domingo, 24 de octubre de 2010

VIAJE A EGIPTO: LUNES, EL PRIMER DIA DEL VIAJE: EL VUELO

El avión va completo, 32 filas de 6 asientos por fila, 192 pasajeros y si la vista no me engaña, no hay una sola plaza vacía.

Mientras esperamos el despegue estamos nerviosos por todo lo que nos espera así como porque no solemos utilizar vuelos para nuestras vacaciones. Nos embarga la emoción pesando en todo lo que todavía nos queda por vivir.
El avión comienza a moverse para buscar pista, y ya nos ponemos el cinturón y creo que hasta he empezado a sudar del susto que llevo metido en el cuerpo. Pero todo se ha desarrollado con normalidad y en apenas un par de minutos el aparato levanta el morro y con el le sigue el resto del avión. La verdad no ha sido tan impresionante como recordaba de mis vuelos anteriores.
No perdemos ojo de todo lo que podemos ver por la pequeña ventana que está situada a nuestra izquierda y nos llama poderosamente la atención ver la Ciudad de las Artes y las Ciencias y el Puerto de Valencia como van haciéndose pequeños, pero visibles, desde las alturas cuando nos elevamos en dirección al Mediterráneo.
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El vuelo es como los pocos que he podido ver, tranquilo pero sacudido por turbulencias que hacen que no puedas olvidar que estás en manos del destino. De repente una pequeña pantalla desciende desde los portaequipajes y comienza a suministrarnos información en varios idiomas sobre nuestro vuelo. Básicamente:
- Volamos a 880 Km/h
- A una altura aproximada de 11.300 metros
- Y la temperatura al exterior del aparato oscila entre los -50º y los -60º
- La hora estimada de llegada son las 19:00 horas.
- Animación de imágenes que simula un mapa indicándonos la zona por la que sobrevolamos y el rumbo que llevamos.
Hemos atravesado el Mediterráneo sobrevolando Ibiza, luego Argelia, Túnez, Libia y finalmente EGIPTO.
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Durante el vuelo no podemos evitar el seguir mirando a través de la pequeña ventana del avión.
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Si ver el mar con su inmensidad es impresionante, cuando llegamos a sobrevolar el desierto era, era… como si fuese el mar pero marrón y arrugado. La verdad es que llama la atención la cantidad de tiempo que sobrevolamos tierras desérticas en las que no se ven ciudades.
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Está cayendo la noche a pesar de ser las 18:00 horas, pero claro si lo miramos con detenimiento es que vamos volando en contra de los husos horarios y eso hace que perdamos horas de luz solar. Lo curioso es que la hora prevista de aterrizaje es la que sería si en Egipto fuese la misma hora que en España. Posteriormente averiguamos que efectivamente cuando nosotros hemos viajado era la misma hora en ambos países (primeros de octubre), aunque la correspondencia de la hora solar es que en Egipto son dos horas menos. Esta situación según nos informaron suele variar bastante a lo largo del año ya que allí cambian la hora con bastante frecuencia.
Vemos como anochece desde el avión mientras no sirven una comida típica de clase turista en avión. Es la típica caja pequeña con todo pequeño y que a todos les termina por sobrar comida. Es como la multiplicación de los panes y los peces viene una pequeña bandeja cerrada con poca comida y cuando se va no caben las cosas dentro y está más llena que cuando hemos empezado. También se reparten bebidas, bueno , tanto como repartir, sirven vasos pequeños de las cuatro o cinco botellas de ----cola y ---ta que llevan en el avión (me recordaba los cumpleaños de cuando éramos pequeños).
A las 18:25 es completamente de noche y bajo nosotros no hay ni una nube y no se ve ni una luz, a lo sumo, de cuando en cuando vemos una hoguera, ¿es que aquí no hay poblaciones? (pregunta de examen).
Si al iniciarse el vuelo todos estaban en sus asientos, pasadas casi cuatro horas de vuelo es difícil encontrar a alguien que no se haya levantado ya un par de veces y fuese a hacer cola en el aseo, aunque solo sea para moverse un poco del asiento.
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Nuestro destino era Luxor, que un buen rato antes de llegar, ya podíamos divisar desde el cielo. Desde el aire podemos ver largas filas le luces iluminando las carreteras y una muy pequeña cantidad de vehículos circulando por ellas, es como una ciudad muy extensa con escasa iluminación. Llegamos al punto de descenso a eso de las 19:45 con la noche caída y con un gran dolor de oídos debido al descenso del avión para aterrizar.
El aterrizaje, con la respiración contenida y la cabeza a punto de estallar como consecuencia del cambió de presión por el descenso. Cuando por fin tomamos tierra, como no, todo finaliza con un gran aplauso final que otorgamos todos pasajeros al vernos sanos y salvos sobre el asfalto de la pista de aterrizaje.

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